miércoles, 13 de julio de 2011

Realidad y ficción

-En la red se me conoce como “Emperador del caos”.
-¿Cómo? ¿Emperador del caos? – exclamé con una risa desgarrada. -Estás como una cabra-
- Pues no vas demasiado errado en tu apreciación. Mi personalidad virtual es una auténtica locura, es pura pulsión, pura animalidad salvaje y ciega.
-Venga hombre, no te flipes.
- Bueno quizás haya exagerado. Es cierto que con alguna persona he mantenido conversaciones ordinarias y moderadas. Sin embargo, esa no es la predisposición con la que me conecto en la realidad virtual. Allí me gusta ser quien soy, el Emperador del caos, alocado, impulsivo, agresivo y soberbio. De hecho, muchos han averiguado mi nombre real pero siguen llamándome Emperador. Así me han conocido y a ese nombre asocian los rasgos de mi desfasada personalidad virtual.
-Que no deja de ser pura representación, aunque bueno, por lo que dices, no creo que haya mucha diferencia con la imagen que proyectas en el mundo real.
-La hay amigo, ¡y mucha!. En el mundo real hay una serie de leyes, códigos y normas conductas que coartan, que oprimen nuestra individualidad y nos obligan a moderar ciertas actitudes o comportamientos que podrían ser designados como delictivos, indecorosos o egoístas. Esto no sucede en la realidad virtual: allí eres libre de expresarte de forma absolutamente inmoral y licenciosa. Es algo parecido a lo que sucede cuando te embriagas y pierdes la noción de la prudencia y el sentido de la responsabilidad. Esa sensación de descarga es absolutamente placentera, de ahí que tanto la bebida, como la realidad virtual tengan un poder de adicción tan enorme. Una fuerza de atracción que nos atrapa bajo la fórmula de evasión, libertad y lujuria, por eso hay cada vez más gente frustrada y marginada del mundo real que se refugia en este mundo libre de prejuicios, normas y responsabilidades. Allí no hay fracaso, no importa si eres feo o guapo, rico o pobre, inteligente o retrasado. Todo es ficción, representación, nada más. Por ejemplo, si en la realidad virtual sentimos placer por actos abominables como matar o destrozar la casa de alguien, es precisamente por ese pacto de ficción que se sella en la entrada, un pacto que no ejecuta el alcohólico cuando se embriaga, de ahí la peligrosidad real de la inconsciencia de sus actos. Esa es la principal diferencia -dejando al margen las sensaciones fisiológicas- que separa uno y otro caso. Por eso el margen de libertad que posee el que se conecta a la realidad virtual es mucho mayor que el del alcohólico. Tal y como sucede en una novela o en el cine, en la realidad virtual lo trágico, lo cruel o lo macabro se contemplan siempre desde la barrera de seguridad que marca el filtro de la ficción. Por eso la imaginación se despliega y la conciencia se siente libre para traspasar todas las fronteras de lo real, superando todas las limitaciones físicas y morales. Así es como nos convertimos en asesinos, héroes o villanos, sin complejos ni prejuicios, ya que estamos en un mundo donde es la imaginación y no la razón la que dicta las normas. No sabes la de veces que he puesto cara de adulto a compañeros de juego que no pasaban de los 15 o 16 años. O la de veces que he imaginado a hermosas chicas francesas bajo la tonalidad de sus dulces voces femeninas.
- Supongo que te puedes encontrar con cualquier cosa-.
- Exacto, ese es uno de los principales problemas. En realidad, nunca dejas de navegar errante. Es cierto que analizando el nivel de expresión lingüística o la voz del jugador se pueden intuir cosas (la edad aproximada, el nivel de inteligencia etc.) pero siempre existe esa barrera de misterio que marca la ficción, una barrera que impulsa a la imaginación a dar el salto de lo virtual a lo real a partir de ciertas actitudes o comportamientos.
-Sí, pero como tú mismo has dicho, esas actitudes podrían ser completamente fingidas. A ti te gusta recrearte en una personalidad mucho más animal que la representas en el mundo real. Seguro que los demás juzgan comportamientos de ti que en realidad no responden a lo que todos conocemos. El tema es: si todo es representación, ¿qué sabes realmente de las personas conectadas?-
-Bueno no te olvides que nosotros también vivimos en un mundo de máscaras, en realidad, ¿qué sabemos de las personas que nos rodean? ¿Acaso no las definimos y las juzgamos desde la periferia sin saber nada de ellas?
-Ese es otro tema, no confundas las cosas. La conclusión a la que quería llegar es otra y tiene que ver con el gran peligro de seducción que deriva del engaño virtual. Piensa sino cuantas pobres existencias descarriadas se habrán dejado seducir por máscaras bajos las cuales se ocultaba un sujeto perverso y malintencionado.-
-Sí, en esto estoy de acuerdo. Y debo reconocer, que pese al tiempo que hace que navego por este mundo, nunca dejará de sorprenderme la enorme variedad de sentimientos entremezclados –todos ellos intensificados hasta la locura- que se generan en él. Si miramos atrás, tanto en el mundo de los videojuegos como en el de las redes sociales de internet, todo empezó como un juego, como un mero entretenimiento. Ahora en cambio todo este universo se está convirtiendo en una realidad completa y acabada, en un mundo donde sentimientos tan reales como la amistad, el odio, la dependencia o incluso el amor son cada vez más frecuentes. De hecho, se podría decir que la gente es capaz de sentirlos en el mundo virtual, como la misma intensidad que en el real. Las barreras entre realidad y ficción nunca habían estado tan difusas. A este paso llegará un momento que podremos distinguirlas.

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